Desde la madrugada del jueves 10 de abril, la ciudad de Buenos Aires y gran parte del país se vieron afectadas por un paro general de 24 horas convocado por la Confederación General del Trabajo (CGT). Es la tercera medida de fuerza de este tipo contra el gobierno de Javier Milei, en rechazo a las políticas de ajuste y con reclamos que incluyen paritarias libres, aumento de jubilaciones y reactivación de la obra pública.
La protesta tuvo un impacto profundo en el transporte público. No funcionaron los trenes ni los subtes, lo que dejó a miles de personas sin su principal medio de movilidad. Aunque los colectivos circularon, la sobrecarga generó largas filas, demoras y complicaciones para quienes intentaron llegar a sus lugares de trabajo. Las estaciones, completamente cerradas, ofrecían un paisaje desolador en contraste con la habitual intensidad del horario pico.
El sistema educativo también sufrió alteraciones. Muchas escuelas públicas abrieron con servicios reducidos, mientras que otras directamente suspendieron las clases. En algunos casos, la falta de información previa provocó que las familias llegaran con sus hijos sin saber si habría actividad. Las universidades públicas registraron una adhesión alta al paro por parte del personal docente, mientras que en las privadas las clases se mantuvieron en su mayoría, con ajustes según la unidad académica.
La paralización alcanzó también a los aeropuertos. Aeroparque, uno de los principales del país, amaneció con la mayoría de sus vuelos cancelados o reprogramados, debido a la adhesión del personal de Intercargo al paro. LATAM y JetSMART suspendieron buena parte de sus operaciones, dejando a miles de pasajeros varados sin alternativas inmediatas. Muchas personas pasaron horas o incluso la noche en el aeropuerto, sin alojamiento y con pocas respuestas por parte de las compañías.
En las calles, se registraron demoras en el tránsito y un aumento del uso de medios alternativos como bicicletas, motos y transporte por aplicación. El paro se sintió en distintos niveles, desde las rutinas laborales hasta los viajes programados, y generó diversas reacciones entre la población, desde el respaldo hasta la preocupación por las complicaciones que produjo.